No era mi casa desde que vos no estas

26.10.2018
  • Estuve toda la tarde estudiando en la biblioteca, me mantuve ocupada y terminé cuando ya todos se estaban yendo. Me levanté, junté mis cosas y me retiré del lugar. Ya había pasado días de que no hablábamos. Crucé los pasillos, saludé a uno que otro compañero, me detuve a leer unos panfletos y por fin salí de ahí. Mientras venía manejando, llovía a cántaros, pero todo parecía marchar bien. En la radio pasaban otra canción movida y yo la tarareaba, como siempre. Todo parecía marchar bien, todo parecía. Una angustia terrible me invadió cuando miré para el costado, cierto, hoy no venías conmigo. Tu ausencia otra vez me pasaba factura. Ya no ibas a poner los pies sobre el tablero o sentarte como chinita en el asiento; ya no ibas a prender tu pucho aún sabiendo que no me gustaba el olor o a retarme cuando haga algún movimiento brusco con el auto ; ya no ibas a cantar bajito ni a tocarme el pelo en los semáforos; ya no ibas a quedarte viéndome de la nada o aumentar el volumen de la radio para hacerme enojar; ya no ibas a sacarme la ropa, a desnudarme sin nada y a robarme besos por no aguantar hasta llegar a casa. Me bajé del auto rápido, abrí la puerta de casa, aún consternada por lo que acababa de pasar. Salude a la gata, puse hervir el agua, acomodé la mesa y ahí estaba otra vez, ese silencio. Te hice pasar a cada lugar de mi vida, a los más oscuros, a los más recónditos espacios de mi ser y ahora, en ésta misma cama, en ésta misma habitación, estás como pintada, tatuada en las paredes, como esparcida en el aire que llega hasta mi alma y le dice bajito que no estás. Como un fantasma que me sigue hasta el baño, hasta mi cama y me hace buscarte aunque no estés. Qué difícil estar sin que estés vos. Como cuando uno llega a su casa y sabe que llegó. Mira el sofá en el mismo lugar, el placard desordenado, la cama destendida y el escritorio con los papeles del último apunte ; el olor de la comida de mamá, la música que viene de los pasillos, todo está como debería estar, todo, menos vos. Capaz hice de esos rulos al aire, de ese olor a cigarro, de esa risa rara, de esos abrazos de madrugada, de esos besos cortitos, de ese mate y tus palabras..mi casa. Ahora resulta tan extraño sentarme en la mesa, mirar la silla vacía y el celular sin ningún mensaje tuyo.
  • Mire por la ventana y seguía lloviendo. Las gotas caían y caían, como queriendo llenar el silencio que hay desde que te fuiste.
    Sin darme cuenta, me encontré llorando otra vez .
    Porque no parecía mi casa.
    No era mi casa desde que vos no estabas.
    - Camila Rubio.


¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar